Archivo | May, 2012

40 semanas

26 May

Me llegó hace una semana y una semana he tardado en leer esta joya de la ilustradora Gloria Vives. 40 semanas. Crónica de un embarazo. (ed. Thule) Un recorrido fiel, honestísimo (ahí y en su sentido del humor reside su grandeza) y muy, pero que muy tierno y divertido por el viaje que supone el embarazo. Desde los preparativos, que haberlos haylos, hasta ese «síndrome del nido» con el que agotamos y nos agotamos la última semana.

Y me reí, me reí con todo el cuerpo porque la crónica es divertidísima, pero también no puede evitar llorar; llorar porque aún tengo la hormona tierna o porque los espejos, a veces, son así de invasivos.  Y es que me vi retratada, me encontré en Gloria y en su vivencia y supongo que por eso lloré como una niña -que es como he vuelto a llorar desde mi embarazo- al leer esas partes del libro en que cuenta como tiene perdidas, como se  coge la barriga para que el bebé se agarre bien, como se asusta de si misma en los escaparates, como se maravilla de su enorme tripa ante el espejo o como disfruta al ver que la nena que lleva dentro es un ser independiente. Me emocioné en su descripción de la extrañeza ante el proceso del embarazo y en esa distancia infranqueable para tu pareja, por mucho que una y uno quieran que se involucre. En ese descubrir y tener que redescubrir el sexo, en la busqueda de la comunicación entre el hombre y la barriga…

Así que os recomiendo la lectura de este un retrato honesto, lleno de humor y amor a partes iguales que, además, al ser novela gráfica (fantásticas las ilustraciones, por cierto), resulta perfecta para leer mientras una está embarazada y te caes de sueño por las esquinas,  o después del embarazo, cuando simplemente te caes de sueño de puro agotamiento.

Un viaje lleno de ternura, de amor, de complicidad y de descubrimiento: como pareja, como mujer, como cuerpo… La recuperación de la curiosidad infantil; de la sorpresa para cruzar la línea definitiva hacia la madurez y la responsabilidad… Que cosas raras tiene la vida ¿verdad? Todo en 40 semanas. Eso sí que es un viaje.

Más info en el blog de Gloria Vives

mamás-perchero

14 May

A petición de mi hermana, hoy voy a dedicar un post a las madres-perchero. Sí, esas mujeres que aparecerán a nada que alguien escarbe un poco debajo de la chupilla del retoño, bolsita o mochilina del mismo, más chaquetina que también hemos quitao porque «parece que ahora pega el sol» . Mujeres que aparecerán aquí y aparecerán, claro está,  a nada también que uno escarbe bajo el enorme bolsón con merienda, bibis y kit de primeros auxilios al cuello o cruzado sobre el pecho en estilo bandolera, más chaqueta, chupa y  pañuelo  (o tardía bufanda) de la mamá en cuestión reposando en el otro codo para culminar con un helado a punto de derretirse bajo el sol y sobre la mano derecha de la susodicha; o sea, de la mamá-perchero, a la que como ya solo le queda voz y tronco para expresarse, pues eso es lo que utilizará en la comunicación con su retoño y otros viandantes. Esto en el mejor de los casos, es decir, imaginando que la escena se sitúe en un paseo.

Pero si mamá-perchero está de esta guisa en medio del super, entonces tendrá que lidiar con todos estos elementos mientras con su propio tronco empuja el carrito o sillita y con su otra mano, la que en el paseo sostenía el helado,  agarra la cesta de la compra, quedando atrapada entre los dos carritos como si fuera el vagón de en medio de un tren, lo cual la obligará, dado el corto espacio que disfruta para caminar,  a desplazarse por los pasillos del supermercado con un paso corto tipo el de Chiquito de la Calzada. Es aquí donde la mamá- perchero se convertirá quiera o no quiera en mamá-Jander Klander, jarrrlll.

via Revolucion de cafe

El día de la madre

6 May

Nonosgustaelrosa felicita a todas las «mamás de» el Día de la madre.

SER «LA MAMÁ DE»

Faltan dos días para celebrar el que será mi primer «día de la madre», y aunque ya hace cinco meses, aun estoy tratando de acostumbrarme a este nuevo traje. Porque cuando te conviertes en madre, la identidad, tu identidad, se resquebraja. Se tambalea, pierde el equilibrio y finalmente se hace añicos; se convierte en un paso de baile de esos que siempre te devuelven el pie al punto de arranque. Y no es sólo porque desarrolles la increíble capacidad de poder pasar  días sin mirarte al espejo; de poder vivir semanas con un moño mal hecho o conservar restos de regurgite solidificado en el que era tu pantalón favorito hasta la fecha sin tratar de ponerle remedio; es más, sin que te importe un bledo. No es ésa la pérdida de identidad a la que me refiero. Es otra mucho más profunda que empieza justo cuando le dices al mundo que estás embarazada. Ahí es donde las mujeres nos empezamos a diluir y, ya de paso, a percatar de que eso de la maternidad no durará sólo nueve meses.

Pero volvamos al punto de partida: el anuncio del embarazo. Y es que es dar la buena nueva y quedar automáticamente relegada a la titularidad de una barriga que algunos, la mayoría, tocarán sin reparo y sin permiso, claro. La acariciarán con cuidado, la frotarán con energía e incluso, los más osados, plantarán allí sus dos manos como si tu enorme tripa fuera el cemento fresco del paseo de la fama. Sobeteos varios en la vía pública a los que una se presta resignada, porque para qué vamos a luchar contra lo establecido. Son sólo unos meses, pensamos ingenuas.

El caso es que, y aquí viene la segunda parte, ya nadie te mira a la cara. Y eso mosquea, aunque no tanto como lo hará cuando el retoño esté fuera. Entonces el interior del capazo será el foco de atracción y tú, pobre ex parturienta, pobre mamá pinzada por la ciática, pobre pingajo ahí debajo de las ojeras por falta de sueño y contracturada hasta la médula… sí, esa mujer a la que miras en el espejo y te cuesta reconocer como tú misma, ya no tiene ninguna importancia. Te preguntan, claro, cómo ha ido el parto y otras cuestiones que no terminas de entender por qué les interesan «¿Le estas dando pecho?», la más recurrente y casi un allanamiento de morada a tu intimidad, pero al final tan sólo una pregunta protocolaria porque cuando eres mamá tú ya no importas como importabas antes, y eso, para la mujer, no es fácil de asumir, más viniendo de un proceso en el que te has sentido, no ya la protagonista, sino casi cuasi mágica. Un proceso en el que has visto, sentido, cómo tu cuerpo se expandía haciendo hueco a otra vida. Y pasar de ahí a la nada es como caer por un precipicio. Qué menos que alguna medalla… pero no la hay, y además todos saben mejor que tú cómo hay que coger a la guaja, cómo hay que hacer para que eche el aire, cómo hay que acostarla…

Y así llegamos a la vuelta al trabajo que te tienes que tomar como un alivio o como una condena. No hay término medio porque ahora eres madre. Y si trabajas mucho serás una desnaturalizada; y si reduces tu jornada, será que dejaste salir al ama de casa que llevabas dentro. Todo un invento, porque en el fondo es más fácil reducirnos a eso: madres buenas, madres malas, madres peores, modernas, abnegadas, sacrificadas, despreocupadas, estrictas, cercanas, unas santas y todas, sin excepción, la «mamá de» como se dirigen a ti en el pediatra o en el colegio. Por eso, porque ser madre y no perder la identidad es una proeza, yo quiero felicitar el día de la madre a todas «las mamás de», y en particular a la mamá de Alicia, que se llama Fany.

via EL TRANSITO DE LAS BALLENAS

1 de mayo

1 May

6:30h- Primeros golpecillos en la cuna para llamar la atención

7:10h. Segundo intento: patadas acompañadas por una suerte de quejio flamenco

7:30h. Seamos honestos, esta niña está despierta.

7:32h. No asomarse a la cuna es una crueldad. Vamos a ello, pues.

7:35h. Como mola despertarse así, aunque sea taaaaannnn temprano.

7:40h Procedo a la preparación del primer bibi del día.

7:47h. Culmino con éxito el cambio de pañales iniciado por mi pareja mientras él se prepara para darle el  biberón.

7:50h. Me ducho y acicalo mientras toma el biberón, previa puesta en marcha de una lavadora. Hoy solo hay un body limpio en el cajón!!!!

8:05h. Me preparo el desayuno.

8:10h. Desayuno

8:30h. Juegos varios, mirar por la ventana, pedorretas  mientras ahora desayuna mi chico.

9:00h. Sesión intensa en el gimnasio de actividades, de la nena, se entiende… nosotros bastante hacemos ya.

9:10h. Hago la cama, la cuna, ventilo las habitaciones…

9:20h. Parece que tiene sueño. Paso a la hamaca. Vamos a intentar dormir la primera siesta del día.

9:30h. Zzzzzzzzzzzzzzzzzzzz

10:00h. Despierta a la media hora, como un reloj.

10: 03h. Me escudriña… ¿por que está mamá hoy a esta hora en casa?

10:05:h. Ahora toca ir sacando y rechupeteando uno a uno todos y cada uno de sus peluches, mordedores y muñecos de de su caja de juegos. Cuando todos estén fuera, habrá que volver a meterlos en la caja para empezar otra vez…

10:32h. Primer llanto de aburrimiento. Saquemos la artillería pesada. Canciones, sonidos guturales varios y muecas frente al espejo. Nada relaja más que ver a tus padres perder los papeles.

10:50h. Preparación segundo bibi

11:00h. Segunda toma del día.

11:30h. Nos ponemos guapos.

11:45h. Nos vamos a la manifestación.

 

Para solo haber empezado el día, no está mal de trabajo este 1 de mayo