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TRIBUTO A MICHAEL JACKSON O CÓMO DORMIR AL BEBÉ

21 Jul

Dicen que la maternidad hace que una se redescubra. Que se conozca más a así misma. Su cuerpo, sus límites, su paciencia, su capacidad de amor, de reír, de mirar embobada, de dormir de pie, sentada, sobre una mano… Y es verdad, la maternidad te da una nueva perspectiva de quién eres y las cosas que puedes llegar a hacer. Por ejemplo, salir gateando de la habitación de la nena cuando por fin se ha quedado dormida tras una hora de intenso acune en brazos. Y es ahí, tirada en el suelo, rezando para que no se te caiga la zapatilla, literalmente a cuatro patas, cuando piensas que, efectivamente, nunca creíste que te verías así a ti misma. Pero es así, y aunque no lo parezca, hay una explicación lógica, y es que justo cuando echaste a la cría en la cuna, como viste que aun no estaba del todo dormidina, te agachaste para que no te viera y una vez ahí, pensaste que lo mejor, y ante la posibilidad de que volviera a abrir los ojos de la que salías, era irte reptando de la habitación. Y en ese momento la idea te parece la más lógica del mundo. Solo cuando estas saliendo por la puerta a gatas y tu pareja se cruza en tu paso es cuando piensas qué puede que sea el momento de empezar el método Estivill.

No obstante, si hay una postura absurda de entre el amplio abanico que una puede llegar a adoptar siendo madre (y ya hablaremos de ellas más adelante), sin duda es la que yo  he bautizado como: tributo a Michael Jackson. Una mezcla extrema entre el juego Un, dos, tres escondite inglés y la coreografía del thriller en la que los zombies que acompañaban al rey del pop alzaban los brazos a la par que flexionaban una de sus rodillas dejando el pie de la correspondiente pierna suspendido en el aire.

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Una posición imposible que seguro que las mamás que hacen yoga, pilates y otras moderneces dominan, pero que para mí es una auténtica tortura. Porque no es solo mantener el pie en el aire, sino hacerlo a la vez qué tratas de averiguar cuál de las muchas tablas de madera del suelo será la que no va a crujir cuando lo apoyes en ella. Entonces aprietas el culo, sí, lo aprietas con fuerza y comienzas a bajar lentamente el pie hasta pisar primero con el talón y después con la punta. Y uffffffffff, no ha sonado, hasta que claro, dejas que todo tu peso descienda por los tobillos hasta la planta y entonces, ¡ay no! la tarima cruje sin ningún reparo. Y de nuevo, comienza el tributo a Michael Jackson.

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